Los estudiosos del vino sugieren que el vino de naranja se elaboró ​​por primera vez en Georgia, Europa allá por el año 6000 a. C. Lo interesante es que también se cree que Georgia es el lugar de nacimiento del vino. En los próximos miles de años, el vino naranja cayó en la oscuridad. Pero un resurgimiento reciente comenzó hace unas dos décadas cuando los amantes del vino de todo el mundo redescubrieron este tipo de vino inusual.

El término técnico para este estilo de vino es 'vino en contacto con la piel' debido a la técnica con la que se elaboran. Al igual que todos los otros estilos populares de vino (tinto, blanco, espumoso y rosado), el vino de naranja también se elabora a partir de uvas prensadas y fermentadas, para ser específicos, las uvas de vino blanco.

En pocas palabras, el vino blanco se elabora con uvas a las que se les quitó la piel, el vino tinto se elabora con uvas con piel, mientras que el rosado se elabora con uvas a las que se les ha dejado la piel durante un período breve.

Los vinos de naranja, o vinos de contacto con la piel, se elaboran con uvas blancas fermentadas con piel. Cuando las uvas trituradas están fermentando, adquieren una calidad más tánica de sus pieles y pepitas, pero también un color más profundo. La mayoría de los vinos en contacto con la piel son más de un amarillo dorado que de un naranja definido, pero muchos terminan teniendo un tono ámbar brillante.

Lo más sencillo y primitivo es dejar que las uvas fermenten enteras, con sus pieles y todo lo que caiga. El proceso se simplifica, se evitan trasiegos y trabajos intermedios, se necesitan menos medios e instalaciones y por eso es muy probable que antiguamente todos los vinos fermentasen con sus pieles, también los elaborados con uvas blancas. Eso les daría una tonalidad anaranjada o ámbar –el poco color de estas uvas–, además de aportar aromas y cierto amargor –tanicidad– proveniente de las pieles y las ramas de la vid.

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21 octubre 2022 — Miguel E. Serrano