Actualmente se debate la clasificación o legitimidad del concepto “Vino Sin Alcohol”. Partiendo del estándar de la Comunida Económica Europea, en el que un fermentado de uva o su jugo debe de contener al menos 8,5% Vol/Vol de Alcohol para ser considerado vino. ¿Entonces un vino-sin-alcohol no es vino?

Tenemos entonces un cambio conceptual, tras la disminución del grado alcohólico, pocos consumidores identifican al vino desalcoholizado o de baja graduación como un vino en si mismo. Otras bebidas como la cerveza, el whisky y la ginebra han tenido mejor suerte al ser promovidas en un formato de baja o nula graduación.

Ante el aumento de la tendencia emergente del consumo de bebidas derivadas de la desalcoholización cada vez más productores han comenzado a elaborar productos desalcoholizados. Estos productores exigen el derecho a utilizar el término “Vino” para estas nuevas bebidas. La decisión de aplicar el término “Vino” a los productos desalcoholizados debería ser funcional en un futuro próximo, aunque limitada a lo referente a la producción de vino.

Como parte de los productos de la fermentación, el Alcohol aporta un aroma caratcterístico al vino, además de la sensación cálida en boca y cuerpo. Por lo que no podemos esperar que un vino desalcoholizado huela y sepa igual que un vino de graduación habitual.

El vino desalcoholizado sigue teniendo las propiedades deseables de la uva: polifenoles, resveratrol, flavonoides, ácido cítrico, oligoelementos y elementos traza. Pero con menos calorías.

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11 enero 2023 — Miguel E. Serrano